En un mundo en constante cambio, la creatividad estratégica se ha convertido en el verdadero superpoder que define a las empresas que sobreviven y prosperan. A pesar de la fascinación por las nuevas tecnologías, es la capacidad de generar ideas disruptivas y ponerlas en acción lo que realmente hace la diferencia. Y si bien muchas veces se habla de “la tecla mágica” para impactar a los shoppers y consumidores, la realidad es que no existe tal fórmula secreta. En su lugar, lo que realmente marca la diferencia son tres pilares fundamentales: empatía, ideación y acción.

Estos tres elementos forman un ciclo constante y dinámico que se retroalimenta, creando el flow necesario para que las marcas logren no solo captar la atención de su público, sino también construir una conexión genuina con él. A continuación, exploramos cómo cada uno de estos componentes contribuye a generar un impacto real en el punto de venta y más allá.

Empatía: la clave para conectar con el mundo real

La empatía es un concepto que ha ganado mucha popularidad, pero en muchos casos se ha reducido a una mera comprensión superficial de los consumidores. Sin embargo, ser verdaderamente empático implica mucho más que eso. Es un proceso profundo de absorber y procesar la realidad desde múltiples ángulos, entendiendo las emociones y deseos que subyacen en las acciones. Esto no solo se logra a través de datos o focus groups, sino también a través de la observación constante y el entendimiento de las contradicciones humanas.

En el contexto del retail, la empatía se traduce en comprender no solo lo que el consumidor dice, sino también lo que no dice. Es saber interpretar sus deseos no expresados, identificar los puntos de dolor que enfrenta y cómo estos afectan su comportamiento de compra. Para las marcas que logran hacerlo, las oportunidades de innovación y conexión se multiplican, lo que les permite ofrecer experiencias más relevantes y personalizadas. David Kelley, fundador de IDEO, lo expresó de manera clara en su libro Creative Confidence: la empatía no es solo un paso en el proceso de diseño; es el proceso mismo.

Ideación: la creatividad como músculo activo

La creatividad es el motor de la innovación. No se trata de esperar la inspiración para crear ideas brillantes; la ideación debe ser un proceso continuo y activo. Las mejores ideas no nacen en reuniones formales, sino en momentos de caos o en situaciones fuera del contexto habitual. En este sentido, las empresas deben cultivar un entorno creativo donde las ideas fluyan constantemente, sin esperar el “momento perfecto”.

Un equipo que se permite crear de manera constante está mejor preparado para afrontar los desafíos diarios del mercado. Además, la creatividad no solo debe centrarse en lo estético, sino también en cómo puede transformarse un proceso, estrategia o modelo de negocio. Tal como lo resalta McKinsey & Company en su informe The Business Value of Design, las empresas que priorizan la creatividad y el diseño superan en un 200% a aquellas que no lo hacen, en términos de rendimiento financiero.

Acción: de la idea a la realidad

La acción es el tercer componente crucial en este ciclo. De nada sirve generar ideas innovadoras si no se lleva a cabo la implementación de manera efectiva. Las marcas deben ser capaces de pasar de la ideación a la ejecución, haciendo que sus ideas se materialicen en el punto de venta. Esta capacidad de acción es la que distingue a las empresas que realmente pueden impactar..

Para que una idea se convierta en una verdadera experiencia de marca, es necesario poner en marcha estrategias, procesos y, en muchos casos, rediseñar el punto de venta para reflejar de manera fiel las ideas creadas. Este paso puede ser tan sencillo como ajustar la disposición de los productos en los estantes o tan complejo como repensar toda la experiencia de compra a través de tecnologías innovadoras. Lo importante es que las empresas actúen con agilidad y estén dispuestas a adaptarse rápidamente a las necesidades cambiantes del mercado.

El reto: integrar los tres elementos

Vivir en la fricción constante entre empatía, ideación y acción es el verdadero reto. Muchas veces, estos tres componentes parecen entrar en conflicto. Mientras más empatía se tiene, más se perciben las limitaciones del entorno y las restricciones del mercado. Al mismo tiempo, las ideas pueden parecer no alinearse con la realidad de la implementación o ser difíciles de ejecutar debido a la rigidez de los procesos existentes. Sin embargo, la clave está en lograr que estos tres niveles coexistan, buscando siempre el equilibrio entre ellos.

Las organizaciones que logran integrar estos tres elementos en su cultura son las que consiguen generar un impacto real y sostenible en sus consumidores. Esto no significa que sea un proceso lineal o predecible, sino que requiere de agilidad y flexibilidad, de saber adaptarse y evolucionar constantemente en función de las necesidades y demandas del público.

Conclusión: la creatividad estratégica como motor del cambio

En conclusión, las marcas deben comprender que no hay una “tecla mágica” para lograr un impacto inmediato. El verdadero secreto radica en cómo manejan la interacción entre empatía, ideación y acción. Las organizaciones que logran generar una cultura creativa y estratégica, que valore y respete estas tres áreas, son las que tendrán mayor éxito en un mundo donde lo único constante es el cambio.

Para aquellos que deseen más información sobre cómo integrar estos elementos en su estrategia, pueden consultar la fuente de inspiración de este artículo en el sitio de Reason Why.

Fuente: Reason Why